El 17 de mayo de 2005 se declaró el primer Día Internacional de Internet, herramienta sobre la que se asientan ahora la práctica totalidad de las comunicaciones a nivel global.
Este entramado de conexiones empresariales, humanas y, en un futuro no muy lejano, de inteligencias artificiales se ha integrado de manera transversal en todas las esferas sociales, agilizando las interacciones humanas y acelerando el desarrollo de la actividad tanto empresarial como de investigación, favoreciendo el avance tecnológico y sanitario.
Sin embargo, no podemos entender Internet sin los Data Centers que lo soportan, son la base sobre la que se asienta la red, alojando la información de acceso tanto público como privado. Los Centros de Datos han demostrado ser pieza fundamental para el desarrollo de nuestras vidas, sobre todo desde la pandemia: teletrabajo, mensajería instantánea, redes sociales y plataformas de streaming no se resintieron gracias a la resiliencia de las infraestructuras.
Los denominados como ‘Data Center’ o ‘Colocation Center’ juegan un papel fundamental en facilitar el funcionamiento del entramado de telecomunicaciones a nivel mundial. Gestionan un inmenso volumen de datos y proporcionan un servicio ininterrumpido a los usuarios conectados a la red. Pese a esto, los Centros de Datos no surgieron de manera inmediata, sino que aparecieron como una solución derivada de las necesidades de accesibilidad generadas por Internet.
Si bien es cierto que hasta la década de 1990 no vimos el surgimiento de lo que hoy día consideramos como Centros de Datos, ya desde mediados de siglo asistimos a los primeros precursores de los racks de servidores modernos. Se trataba de equipos con mucha menos capacidad de procesamiento de los equipos actuales. La computadora ENIAC, que pesaba unas 27 toneladas y ocupaba más de 160 metros cuadrados, es para muchos la precursora de lo que hoy se conoce como colocation.
La gestión del espacio de estos equipos era complicada, las empresas alojaban equipos masivos en salas de grandes dimensiones, en muchas ocasiones ocupando plantas enteras de edificios y guardando de manera local y casi analógica la información de todos sus clientes.
A medida que las necesidades de las empresas iban en aumento y el volumen de datos se hacía cada vez mayor, las empresas necesitaban una conectividad más rápida a Internet. Fue con el auge de las “puntocom” cuando se incrementó la necesidad de espacios específicos que fueran escalables a la demanda.
Al principio solo las empresas con gran capacidad económica podían permitirse utilizar estas instalaciones, pero a medida que el comercio electrónico crecía, cada vez más empresas necesitaban una conectividad y alojamiento de servidores externa a su organización
De ahí surgen las empresas que ofrecían lugares donde alojar el servidor web y proporcionar la conectividad que su actividad exigía.
A su vez, la aparición del cloud, de la mano de los gigantes tecnológicos, ha ayudado a democratizar la digitalización en todo tipo de empresas, incrementando las necesidades de computación, y cambiando el paradigma del negocio del Colocation, llevándolo a ser lo que conocemos hoy.
Conforme el tráfico de usuarios de internet ha ido en aumento, se iban generando nuevas necesidades de conectividad. Las plataformas de ‘streaming’ y las nuevas las herramientas de comunicación para trabajar desde casa han acelerado el desarrollo de nuevas infraestructuras y tecnologías que alberguen estructuras de procesamiento de datos, como lo son los Centros de Colocación. Unificando la gestión de los datos en infraestructuras controladas y equipadas con todos los elementos necesarios para buscar la máxima eficiencia en el consumo eléctrico y el menor impacto medioambiental posible.
Internet es hoy es más estable, accesible y fiable que nunca, perfeccionado tras más de medio siglo desde su concepción. Los Centros de Datos velan por garantizar la calidad del dato y el acceso a todos los usuarios, gestionando un volumen de información en constante crecimiento y con unas características de escalabilidad muy altas.
El futuro de internet se centra ahora en la sinergia con los objetos físicos, el denominado Internet de las Cosas (IoT), así como el aumento en los servicios online, bien sea a través de videojuegos, almacenamiento en la nube, plataformas de streaming, redes sociales, comercio electrónico y el consecuente incremento del tráfico que esto conlleva. Asistimos por lo tanto a una revolución en el uso de los datos y de la demanda de espacios, donde los sistemas que hacen posible el intercambio de información tienen que ser calificados como críticos para garantizar el avance de la economía digital.